Vivir con fragmentos de la naturaleza en un mundo moldeado por lo artificial y lo digital.
Una flora privada
En un mundo cada vez más marcado por los sistemas artificiales y la abstracción digital, la presencia de la naturaleza en nuestros espacios más íntimos — nuestros hogares — ha cobrado una nueva urgencia. Buscamos no solo decorar con flores, sino integrarlas: como metáfora, como recuerdo, como un encuentro táctil con algo más allá de nosotros mismos.
Gestos botánicos
Garden Futures / Futuros de jardín es una meditación curatorial sobre este anhelo. A través de una serie de objetos plateados — plátanos, limones, flores y cucharas que se despliegan como pétalos —, la colección nos invita a reimaginar la presencia de lo vegetal en el ámbito doméstico. No se trata de reproducciones de frutas ni de recuerdos nostálgicos de la naturaleza, sino de interpretaciones escultóricas que difuminan los límites entre la forma orgánica y el artefacto artesanal.
En cada pieza, la naturaleza salvaje del jardín se fusiona con la refinada mesa. Una flor se transforma en cuchara. Una fruta, en espejo del tiempo. Lo familiar se abstrae, se vuelve extraño y, por lo tanto, nuevamente visible. Estas microesculturas funcionan como utensilios y símbolos: portales, quizás, hacia una forma más atenta de habitar el espacio.
Esta colección no pretende replicar la naturaleza, sino cuestionar cómo convive con nosotros. ¿Qué significa traer un bosque a un cajón, un viñedo a una estantería, un jardín a la mesa? ¿Qué gestos — rituales, estéticos o absurdos — surgen cuando los objetos evocan el mundo exterior en un interior protegido?
La ecología de los interiores
Si la naturaleza se ve cada vez más mediada por pantallas y simulaciones, estas piezas reivindican una proximidad táctil. Susurran sobre la nutrición, el crecimiento y la decadencia, los ritmos estacionales y la fragilidad de las formas de vida. Pero lo hacen no con reverencia, sino con sutil ironía y alegría, rechazando la pureza y abrazando la hibridez.
Lo doméstico se convierte en un espacio de encuentro. Aquí, lo vegetal no es decoración, sino diálogo. Cada objeto nos recuerda que la naturaleza no está afuera, sino dentro: moldeada por la mano del hombre, interpretada a través de la materia, llevada a los rituales de la vida cotidiana. Entre ornamento y función, poesía y utilidad, Futuros de jardín propone una intimidad tranquila y crítica con el mundo del que formamos parte.
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